Vengo a ti, de nuevo...,
como siempre que no me siento,
como siempre que deseo resbalarme
para desahuciar el poro viejo,
cuando mis oídos se quedan sordos
de tanto y tanto grito de silencio.
Vengo a ti, de nuevo...,
para respirarme el aire de tu paraíso escueto,
ese perfume sereno que se dilata
entre mis entrañas como perpetuo veneno,
llanto que la multitud me ofrece
y del que reniego,
yo soy la ofrenda y en ti me encomiendo.
Vengo a ti, de nuevo...,
cuando la memoria se me vuelve pura
al deshojarse de tus lágrimas en seco,
y me acuno entre la discontinuidad
de tus lineas invisibles y me quedo,
permanezco frágil e inerte,
escuchando el latido de tu negro lamento.
Vengo a ti, de nuevo...,
vestida de sierva gentil a retazos,
plenilunio de mi misma,
residente en un simple cuerpo.
como siempre que no me siento,
como siempre que deseo resbalarme
para desahuciar el poro viejo,
cuando mis oídos se quedan sordos
de tanto y tanto grito de silencio.
Vengo a ti, de nuevo...,
para respirarme el aire de tu paraíso escueto,
ese perfume sereno que se dilata
entre mis entrañas como perpetuo veneno,
llanto que la multitud me ofrece
y del que reniego,
yo soy la ofrenda y en ti me encomiendo.
Vengo a ti, de nuevo...,
cuando la memoria se me vuelve pura
al deshojarse de tus lágrimas en seco,
y me acuno entre la discontinuidad
de tus lineas invisibles y me quedo,
permanezco frágil e inerte,
escuchando el latido de tu negro lamento.
Vengo a ti, de nuevo...,
vestida de sierva gentil a retazos,
plenilunio de mi misma,
residente en un simple cuerpo.
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