29/4/12

Entreabiertos mis labios y mis piernas,
a ti te pertenecen y te anhelan,
y erizando mis poros con tu lengua,
en mi cuerpo de hiedra, tú te enredas.

De a poco en poco mi crisol se atiza
entre las limpias huellas de tus dedos,
y al negro tiempo, amor, tú dulcificas,
entre las caracolas de mi templo.

Soy volátil, y llego hasta la nada,
soy la danza que clama por tu cuerpo,
y al beber de tu esencia depurada,
despierto en la belleza del silencio.

Aúno las caderas subyugadas
y encauzo los espasmos de tus ansias,
mis piernas se te ofrendan entornadas
y escribo mis secretos en tu espalda.

Entre los dos llenamos el vacío,
con los susurros de sangrante entrega,
y nuestros albos cuerpos más se aferran
para enfrentar al indolente frío…

Y es pura tu mirada que me acuna,
tus manos de hortelano me hacen flor;
cubres mis valles, monte, mar y duna,
con el divino sol de nuestro amor.

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